Se vuelve prioritaria la salud mental en las organizaciones
Por: Ivan Hernández, IMT
Nuestro ritmo de vida, sobre todo en los últimos años, ha sufrido cambios continuos, provocando estragos emocionales y psicológicos en la población mundial. Este desequilibrio social, laboral e incluso digital, ha hecho que nos mostremos más vulnerables ante diversas enfermedades o trastornos mentales.
Dichas alteraciones afectan principalmente los procesos afectivos y cognitivos, el estado de ánimo, el pensamiento y el comportamiento del ser humano. En promedio, un alto porcentaje de la población adulta ha sufrido un episodio relacionado con estos cambios emocionales, sin embargo, se convierte en una enfermedad cuando los síntomas permanecen, desarrollan estrés o ansiedad en el paciente e impiden realizar actividades de manera funcional.
Si bien las causas que provocan estos trastornos son diferentes en cada persona, existen factores que facilitan su diagnóstico y hacen más sencillo tratar la enfermedad, sobre todo si se efectúa un cambio radical de hábitos y un estilo de vida más saludable.
Una de las principales razones por las que se empiezan a manifestar estos constantes cambios en nuestro sistema cognitivo, tiene que ver, sin lugar a duda, con el ambiente laboral: la carga de trabajo, expectativas de desempeño, plazos fijos por cumplir y búsqueda de reconocimiento. Estos son solo algunos ejemplos que forman parte de nuestro día a día en el ámbito profesional, generando tensión, impotencia y frustración, repercutiendo en la salud física y mental del colaborador.
Por esta razón, la salud mental en las organizaciones se debe tomar en consideración. El bienestar de los trabajadores necesita ser prioridad y, tanto empresas como instituciones, son responsables de crear un entorno honesto, agradable y abierto que los apoye ante una dificultad.
De acuerdo con la consultora especializada en búsqueda y reclutamiento, Robert Walters, los principales retos a los que se enfrentan empresas y colaboradores tienen que ver principalmente con prácticas ineficientes de gestión y comunicación, sin embargo, existen otros factores que generan inestabilidad y malas condiciones de salud mental en la población, entre las más frecuentes están:
- Fatiga y cargas de trabajo. Laborar horas extra sin necesidad o estructura afecta el desempeño y la motivación.
- Falta de seguridad en el trabajo. Incertidumbre e inseguridad sobre el mercado laboral y aspectos financieros.
- Balance entre trabajo y vida personal. Trabajar demasiado puede interferir en que los empleados pasen más tiempo con su familia, cuiden de sí mismos y duerman bien.
- Paradigmas. Hay quienes pueden tener la necesidad de tomar descansos o reducir su carga de trabajo al tener un problema de salud. Sin embargo, los empleados con problemas de salud mental pueden sentir temor de expresarlo, 92% considera que el admitirlo afectaría su carrera profesional.
- Falta de valor. Es común que los colaboradores que no se sienten valorados, se desmotiven, ya sea por falta de comunicación con sus compañeros, opiniones no consideradas o que el salario o reconocimiento no estén alineados con su contribución dentro de la empresa.
Gracias al desarrollo humano y digital, el mundo laboral ha implementado grandes cambios, demostrando que las habilidades, las tecnologías y los nuevos esquemas de trabajo han evolucionado en pro de la estabilidad, productividad y satisfacción del trabajador; manteniendo a las organizaciones vigentes y estableciendo metas a corto, mediano y largo plazo. Las nuevas tecnologías y el creciente acceso a internet, hoy en día, permiten implementar nuevos modelos de trabajo con el único objetivo de tener un balance entre la vida personal y laboral, ampliar las horas de descanso y, en consecuencia, reducir la ansiedad y el estrés que puede llegar a ocasionar solo enfocarse en trabajar.
Frente a estos nuevos escenarios, en los que se tiene la oportunidad de elegir entre un esquema de trabajo presencial, virtual o híbrido, las organizaciones han comenzado a optimizar sus procesos operativos, escuchar a sus colaboradores e invertir en la capacitación adecuada, con el propósito de reducir enfermedades, disminuir cuadros de estrés y ansiedad, y contribuir a que el colaborador mantenga su sentido de pertenencia dentro de la organización.