Inclusión y desarrollo profesional en materia de ciberseguridad
Por: Iván Hernández, IMT
El sector tecnológico y, por ende, el de la ciberseguridad, tiene una brecha de género muy importante que se debe erradicar. Hoy en día, de acuerdo con datos de Catalyst, los puestos de trabajo dentro de este rubro aún siguen ocupados en su mayoría por hombres, sobre todo si se trata de puestos directivos, en donde apenas el 26% son mujeres.
Al respecto, y hablando específicamente de ciberseguridad, el reporte (ISC)² Cybersecurity Workforce Study reflejó que el porcentaje de mujeres en los puestos de trabajo del sector de ciberseguridad aumentó de 11% en 2013 a 24% en 2022.
Pese al notable incremento, el reporte indica que aún existe una importante brecha salarial de género que erradicar, ya que las mujeres ganan hasta 12% menos que los hombres, incluso aunque lleven a cabo funciones similares.
“Las mujeres suelen tener que trabajar más duro para demostrar su valor, en especial en industrias donde la mayoría son hombres, ejemplo de ello es el rubro tecnológico. Lamentablemente se siguen denotando cuestiones como mayores trabas a la hora de ser promovidas, así como diferencias salariales para un mismo rol”, menciona María Eugenia Yavarone, Chief Legal & Strategy de Strike.
Sin embargo, la tarea no concluye implementando políticas y estrategias solo en el campo de la ciberseguridad y el hacking ético. Es fundamental que todas las organizaciones tecnológicas sigan invirtiendo en la formación de profesionales femeninas enfocadas en alcanzar puestos de liderazgo, para así inspirar a las generaciones de niñas y jóvenes que vienen detrás y eliminar la brecha antes mencionada.
Crear esos modelos a seguir derivará en un mayor interés en la especialización de las mujeres en carreras como de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM), que hoy en día solo tienen un porcentaje de alrededor de 35% según la Unesco; fuente que indica que las brechas de género reducen las posibilidades de innovación y de nuevas perspectivas para abordar los desafíos actuales y futuros.
En conclusión, es responsabilidad de instituciones educativas, gobierno, sector público y privado, establecer políticas y programas que faciliten el acceso a más mujeres y generen un ambiente de representación equitativo, con el objetivo de alentar activamente a cada vez más jóvenes a convertirse en profesionales y aportar con su talento y conocimiento al desarrollo y evolución.